Agua, purificación y placer

Pintura de Alma Tadema


El agua ha desempeñado un papel primordial en el desarrollo de las civilizaciones a través de la historia. El agua limpia el cuerpo, lo purifica y lo sana. El agua es un elemento sagrado en las ceremonias y cultos religiosos.
Desde la Prehistoria el hombre ha buscado el agua como fuente de vida y fertilidad y por ello ha establecido asentamientos en su cercanía. El abandono del nomadismo y la mejora de las técnicas de almacenamiento y conservación provocaron que  el agua recogida no solo se utilizara para beber, sino para la limpieza del cuerpo y las ropas, para cocinar alimentos e incluso para el placer y la diversión.

Cascada del Gorello, Saturnia, Italia

Es probable que los Prehistóricos averiguasen las propiedades beneficiosas de las aguas de manantiales naturales  y que disfrutasen de sus aguas frías o calientes.
El baño, con frecuentes abluciones o por inmersión, era símbolo de pureza moral y formaba parte de los ritos religiosos de los habitantes de Asia central y oriental. Manantiales de agua caliente en la región de Cilicia son mencionados en textos griegos.

Pamukkale, Turquía

El mar también proporcionaba la oportunidad de disfrutar de un baño vigorizante en el que despojarse del sudor tras un día de caza o de batalla, para después pasar a un bañera o tina en la que librarse de la suciedad, como en el caso de Odiseo y Diomedes en la Ilíada.

“De su nao en la popa Odiseo colgó los despojos
de Dolón, esperando hacer un sacrificio a Atenea.
Luego entraron los dos en la mar y el sudor se lavaron
Que, abundante, empapaba sus piernas, sus muslos y cuellos.
Cuando hubieron las ondas del mar sus sudores lavado,
Refrescáronse el corazón en las pilas pulidas
En las cuales entraron los dos y tomaron un baño.
Una vez se lavaron y ungieron con finos aceites
Al banquete sentáronse y de una crátera llena
En honor de Atenea libaron dulcísimo vino.
(Homero, Ilíada, X)

Los manantiales, las fuentes y los ríos se consagraban a deidades y tenían sus propios nombres. Es por ello quizá que darse un baño en ellos proporcionaba a algunos personajes legendarios un aspecto más impresionante tras meterse en sus aguas.
Ente tanto, el divino Odiseo se lavaba en el río, quitando de su cuerpo el sarro del mar que le cubría la espalda y los anchos hombros, y se limpiaba la cabeza de la espuma que en ella había dejado el mar estéril. Mas después que, ya lavado, se ungió con el pingüe aceite y se puso los vestidos que la doncella le había dado, Atenea, hija de Zeus, hizo que pareciese más alto y más grueso, y que de su cabeza colgaran ensortijados cabellos que a flores de Jacinto asemejaban.

Gudea con agua fluyendo de jarra
Para todas las civilizaciones antiguas el baño ritual era una ceremonia que simbolizaba el cambio de  un estado a otro,  de la niñez a la madurez, el matrimonio, de la vida a la muerte.
Inanna, la diosa sumeria, toma un baño a ruegos de su madre antes de su boda con Dumuzi:
“Se bañó en agua, se ungió con dulce aceite, decidió ponerse como vestido la gran túnica real”

En la mayoría de las religiones antes de celebrar las principales ceremonias el oficiante se daba un baño de purificación para librarse de las impurezas. Los sacerdotes egipcios se bañaban varias veces al día y en la religión judía,  la Biblia da numerosos ejemplos de la necesidad le lavarse con agua antes de realizar un sacrificio:
“Aarón entrará en la tienda de la reunión, se despojará  de las vestiduras de lino que se había puesto para entrar en el santuario, las dejará allí, se lavará el cuerpo con agua en lugar sagrado, se revestirá de nuevo y saldrá para ofrecer su holocausto y el del pueblo, para hacer el rito de expiación por sí mismo y por el pueblo.” (Levítico, 16, 23-24)

Baño hebreo, Massada, Israel

Desde tiempos antiguos  la religión judía prescribe el baño ritual de purificación del mikveh. Este debe producirse en un lugar con agua que proceda de manantial o fuente, que no esté estancada, y que cubra por encima de los hombros. Este baño debe hacerse antes de la ceremonia de matrimonio y tras la menstruación y el parto en la mujer y antes de ciertas ceremonias en los hombres.

"Sucedió que una tarde, después de levantarse David de su lechoy estando paseando por la terraza del palacio, vio desde allí una mujer que estaba bañándose." 

Loutroforos
En la antigua Grecia la ceremonia nupcial contenía elementos relativos a la purificación con agua. Esta era recogida para el baño por las amigas y muchachas de la casa en un loutroforos, vasija especial para la ocasión en una fuente pública y se llevaba a la novia a la luz de las antorchas y en compañía de un tañedor de aulos. El baño nupcial tenía además de un componente higiénico, el doble valor de rito de ruptura con la vida anterior y rito de fecundidad, al igual que el agua hace a la tierra fértil. Las mejoras en el suministro de agua en las ciudades permitían la construcción de fuentes públicas  para el abastecimiento de la población y no solo para beber sino para la limpieza personal. Imágenes de muchachas  llenando vasijas con el agua de estas fuentes y jóvenes desnudos bañándose bajo los chorros han llegado hasta nosotros en cántaros cerámicos destinados a  recoger el agua,  las hidrias griegas.

Hidria griega con fuente pública, Museo Nacional de Atenas


En las casas griegas más lujosas existía una habitación con una bañera de obra, como la encontrada en el palacio de Néstor en Pilos, aunque también se han encontrado otras exentas y decoradas.

Bañera griega


El agua se calentaba en un gran caldero sobre un trípode. “Ordenó a sus esclavas de trenzas hermosas que en casa le pusieran al fuego un gran trípode, para que Héctor se bañase al volver de la liza, en el agua caliente. (Ilíada, XXII).

Cerámica de Chiusi, Museo de Bellas Artes, Bruselas

 Las abluciones diarias se hacían en el louterion, especie de lavabo sobre un pedestal y en el podinator, vasija para el lavado de piés.

Vasija para lavado de pies

En Grecia el acto del baño, además de proporcionar higiene, tenía un componente social, de reunión con los demás para relajarse y divertirse, sobre todo, después de las prácticas deportivas. Los griegos sabían disfrutar del baño, como Alejandro Magno, quien según Plutarco, tras la destrucción de Persépolis, quiso lavarse en los baños de Darío:

“Vamos a lavarnos el sudor de la batalla en los baños de Darío.”

Otra alternativa al baño con agua es la eliminación de la suciedad mediante los baños  de vapor.

“Después de un entierro, los escitas se purifican del siguiente modo: tras frotar y limpiar sus cabezas, hacen en su cuerpo lo siguiente: una vez que colocan tres palos inclinados unos hacia otros; alrededor de ellos extienden unas cubiertas de lana y, tras ajustarlos lo más posible, arrojan piedras candentes a una pila situada en medio de los palos y de las cubiertas.
Los escitas escogen la semilla del cáñamo, se introducen bajo las cubiertas y, a continuación, arrojan la semilla a las piedras candentes. Esta, al ser arrojada, se consume desprendiendo perfume y produce tanto vapor que ningún baño de vapor helénico lo superaría. Los escitas, complaciéndose en el baño de vapor, dan gritos de júbilo. Ellos lo utilizan en lugar del baño.”(Herodoto)

Además de la limpieza corporal, la utilización de ropa para cubrirse, hizo necesario utilizar el agua y otros productos para lavar las vestimentas utilizadas que en la mayoría de los casos eran escasas y debían ser utilizadas una y otra vez. Los ríos y arroyos eran lugares donde las mujeres se juntaban para la limpieza del cuerpo y la ropa. En las ciudades se recogían aguas de las fuentes públicas y se hacían las labores de lavado en las casas.




Tan pronto como llegaron a la bellísima corriente del río, donde había unos lavaderos perennes con agua abundante y cristalina para lavar hasta lo más sucio, desuncieron las mulas y las echaron hacia el río a pacer la dulce grama. Tomaron del carro los vestidos, los llevaron al agua profunda y los pisotearon en las pilas, compitiendo unas con otra en hacerlo con presteza. Después de limpiarlos de toda inmundicia, los tendieron en los guijarros de la costa, que el mar lavaba con gran frecuencia. A continuación se bañaron, se ungieron con pingüe aceite y se pusieron a comer a orillas del río, mientras las vestiduras se secaban a los rayos del sol. (Odisea, VI)

Fue en Roma donde el baño adquirió tal importancia social que los baños públicos se convirtieron en edificios donde el encuentro, el placer y el lujo fueron protagonistas. El aseo en los hogares de los más ricos mejoró con la red de saneamiento público que se estableció y que permitió la llegada de agua corriente a las casas. Los romanos crearon un sistema de baño que consistía en alternar inmersiones en agua fría y caliente, salas de vapor, piscinas y masajes. Los médicos griegos y romanos escribieron sobre los beneficios para la salud, del ejercicio, los baños y los masajes. Los romanos también disfrutaron de las propiedades medicinales de manantiales y del agua del mar y crearon lugares de reposo donde disfrutar de ellas.

Baños romanos, Hamat Gadet, Israel

El baño femenino está ampliamente descrito en la literatura antigua. El episodio del baño de Diana nos cuenta cómo la diosa llega a una fuente para refrescarse tras un día de caza. Las ninfas que van con ella le ayudan a desvestirse. Pero a diferencia del baño conjunto del que disfrutaban los ciudadanos romanos en las termas, la diosa no quiere ser vista desnuda y por ello castiga a Acteón que la observa en ese momento tan íntimo, a convertirse en ciervo y ser devorado por sus propios perros.

“En esta comarca consagrada a Diana había un remanso entre las rocas y las flores, maravillosa obra de la naturaleza. La fuente de agua más pura sonaba entre dos riberas cubiertas de césped. La diosa de los bosques, fatigada por la caza, venía a bañarse  frecuentemente aquí . Un día llegó Diana para bañarse con sus ninfas. Entregó su arco, flechas y carcaj, mientras una ninfa le ayuda a desnudarse.”

Baño de Diana, Mosaico de las Metamorfosis, Villa de Materno, Carranque

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